Hace mucho, pero mucho
tiempo, en lo más alto de las colinas de Oaxaca vivía una águila muy fuerte,
veloz y temida por los pequeños animalitos que habitaban en la zona. El águila
se caracterizaba por su crueldad al momento de cazar animales, pues no les
perdonaba la vida ni a los pequeños.
Los habitantes cuando
escuchaban el chillido del águila volando cerca de la zona se refugiaban en sus
madrigueras, arboles o ¡donde pudieran!
Un día el águila estaba
rondando por la zona en la que una noche anterior se había devorado un pequeño
ratón. Los habitantes de la zona comenzaban a correr en busca de su refugio. El
miedo y terror se hacían presentes cuando el águila le daba vueltas al mismo
lugar, pues según ellos: “El águila ya sabe a quién se va a comer”, y en efecto
el águila le echó el ojo a un topo que estaba escarbando la tierra. El águila
comenzó a descender lentamente, mientras más abajo estaba, mas iba aumentando
su velocidad, el topo como sabía que el águila venía, con una extraordinaria
velocidad y reflejos, logró evadir las garras del águila haciéndose a un lado y
cayendo en uno de sus hoyos que había escarbado. El águila estaba sorprendida y
enojada, pues quedó atorado en el hoyo del astuto topo.
Cuando el pueblo se
enteró que por fin un animal pudo atrapar al águila, todos los animales
salieron disparados al lugar del extraordinario acontecimiento. Al reunirse
todos, todos los animales amarraron a la imponente águila y la llevaron a la
plaza principal para decidir qué hacer con ésta. “Hay que quitarle un ojo”,
“vamos a cocinarla”, “no, mejor rompámosle las alas”, es lo que comentaban los
animales. Pues muchos sentían un odio terrible porque aquella águila se había
comido a sus hijos, hermanos, primos, tíos, etc. Pero el mismísimo topo pensó y pensó una
solución para este problema y está fue su solución:
“Amigos, amigos, sé que
el águila nos provocó un gran dolor y miedo a todos y cada uno de nosotros
pero… ¡piensen!, si la matamos, cocinamos o le hacemos daño, nos convertiremos
en algo igual ó peor que él, y díganme; ¿Qué ejemplo le estamos dando a
nuestros hijos?” Todo el pueblo se quedó callado de tal forma que dejaron al
águila partir.
El pueblo quedó
tranquilo, pues el águila cruel nunca volvió a volar cerca de aquella zona, ya
que le habían hecho el peor de los daños, el daño de la conciencia.
Moraleja:
Mi moraleja no se encuentra ni en un apartado ni al final, sino se
encuentra en la parte del discurso del topo, puse mi moraleja de esta forma ya
que le daba más sentido a la historia y si la ponía al final como Moraleja:…
sería repetir lo mismo otra vez. Mi moraleja quiere decir que, como dice buda,
“no des odio con odio, haz del odio amor” y es la forma más simple de entender
mi moraleja.
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