martes, 20 de noviembre de 2012

Enzymum ex Aur



El rostro putrefacto de la persona que andaba rondando el lugar, tenía la piel desplegada de par en par, y sin lugar a dudas daba un aspecto no poco formidable. Inclusive llegaba mucho más allá del simple olor que indagaba el aire libre, Grayson tenía muchas ganas de irse a un lugar no contemplado donde todo esto no ocurriese, donde la mayoría de las personas están seguras de lo que quieren y de lo que pueden hacer cuando no se les observa a cierta distancia. Pero aquí nada sucede así, todos somos unos mentirosos que pertenecemos a un sistema mafioso, donde la primera piedra es aventada por el cuartel de los científicos, y sus ideas más allá de lo común. Como si fuese cierto esto. La primera razón por la que seguía caminando era para saber si su compañera estaba viva, la segunda era para saber si había realmente una salvación detrás de toda aquella mentira.
Sus sonidos era sigilosos, por qué no quería despertar a ninguna persona que durmiera en las calles por el momento, o cualquiera que pasará por allí para avisarles que tenían a un nuevo rehén, era doloroso inclusive pensar a que modo llegaba la humanidad por un poco de dinero. Era muy diferente del siglo pasado, eso era solamente una moción del tiempo, donde estaba fragmentado y donde no se podría volver por más que se quisiera. Era como si todo lo hermoso, hubiera desaparecido y en vez hubiera aparecido decenas de métodos trágicos para la devastación humana. Bienvenido al siglo XXIV. Año 2401. Todo lo que alguna vez hubieses conocido, fue una idea clara que no ha servido para que la humanidad aprenda su lección. Es  difícil mantenerse a raya cuando todos los demás desean tu cuerpo, desean tu material, tu sangre. Eso es lo más importante. La economía es dura, apenas se sustenta como lo más básico.
El dinero crece sin cesar, pero ya sin sustentos como el petróleo, sin piedras preciosas, sin ninguna aparato “antiguo” del siglo XXI como parte de nuestras vidas, el automóvil, el celular, las computadoras, o cualquiera de esos accesorios, no sirven. En su lugar ahora, todos utilizamos Motores Chadwick, que son cargas de transporte por los aires, conectados a través de nuestro corriente sanguíneo, y de igual manera, es avanzado por lo que nosotros comemos.
Enfermedades tales como la obesidad se erradicaron por completo. En un mundo perfecto no puede haber tales cosas, ya que nosotros estamos a casi un paso de convertirnos en máquinas mutantes sin sentido de vivir.
Entonces, fue como Grayson se dio cuenta que la noche se hacía mucho más fría de lo normal, y sus pómulos que se deslindaban de su cara, lo hacían resplandecer a la luz de la luna, y el contorno de los labios daba una supuesta mueca. No era gracioso, ni tampoco tenía habilidades, no las tenía como Taylor. La tendría que hallar para poder así, encontrar al hombre que había ordenado cambiar las cerraduras de las puertas de la ciudad, como una protección para que los vándalos no entraran e hiciesen lo que se les plazca. Mucha gente estaba desesperada, e intentaba poder argumentar algo con la política impuesta que se avecinaba pero aun así, ninguna persona toleraba el nuevo contacto con el orden que modificó todo a su paso.
Los seres humanos estábamos condenados a vivir bajo cierto tipo de refinamientos que totalmente mejoraban nuestra condición, pero como una nueva raza.
Cuando, Taylor despertó sintió una nueva fijación en su estómago, le ardía, como un pinchazo después de haberse inyectado algo. El corazón le latía muy rápido, y sentía zumbidos en los oídos. Algo muy ilógico, por qué, el lugar donde estaba era muy diferente del que había estado hacía unas semanas atrás, cuando el área 2AC estaba situado al oeste de la ciudad. Su cuerpo permaneció inmóvil algunos segundos, mientras recobraba la fuerza de sus brazos.
Su espalda se irguió. Estaba más bien sentada hacia una superficie plana y fría. Su cuerpo lo resintió e hizo que sintiera escalofríos, mientras se veía sus manos heladas, e igual pálidas desde que la luz del sol no la tocaba. Su piel, ahora estaba tersa, y lo peor de todo es que no tenía ningún rasguño, ningún hecho que hubiese marcado que ella estaba luchando contra el nuevo orden.
Se levantó completamente, y por primera vez vio su reflejo en el cristal de la pared. Su cabello rojizo caía en cascada a través del ancho de los hombros y pudo reaccionar a tiempo, cuando no tuvo tiempo de contenerse y aguantar, cayó.
El sonido, fue como aplastar algo con un objeto hueco. O sea, fue un hecho casi nulo.
Observó como estaba vestida solamente con una bata, que enmarcaba el rostro de tan sutil manera que cualquier jefe se hubiese enamorado de ella.
Taylor trató de levantarse de nuevo, y sus ojos por fin se dieron cuenta que no estaba sola.
Un hombre la mirada de lo alto de la torre, con una expresión en particular terrorífica, y a la misma vez que deseaba saber algo, sin dejar de verla, siguió caminando por el lugar, donde se situaba para poder acercarse  a la pantalla de inicio, donde todo estaba preparado, según él pensaba. Taylor seguía mirándolo como si fuese una especie de madre que mira por primera vez a su hijo recién nacido. Solo se quedaba como un vacío lejano de lo que pudiese suceder, nada más. No pensaba que este ser pudiese hacerle daño, ya lo había visto alguna ocasión, pero no recordaba completamente su rostro.
La facción cambió de inmediato, y un micrófono salió del panel de control.
-¿Señorita Hill, me escucha?- Profesó el hombre.
Ella solamente asintió. Su voz le hizo que le volcará el estómago, que aún resentía lo que le había pasado aunque no tenía el presentimiento de que, simplemente lo sintió. Y después el calor le recorrió la columna vertebral. Su rostro cambió rápidamente, aunque ella, no sabía el porqué de esa situación.
-Bien, me alegro que haya por fin despertado- SU voz, parecía lejana pero a la vez quería entablar una conversación con la chica, que seguía moviéndose en el piso, acercándose a la pared.
Una palanca jaló lo que pudiese ser una parte metálica, donde caía una especie de agua, rocío todo el cuerpo de Taylor dejándola, con las gotas cayéndole en donde termina los pómulos, y seguía sin responder una sola palabra, su vida parecía vana en aquel momento. Sintió ese dolor estomacal crujirle, y plasmarle una alerta que estaba presente. La mano que estaba junto a las piernas se quedo incrustada en la pared, para poder restablecerse, pero aun así no lo logro, y este lugar quedo electrificado.
La descarga tiró el cuerpo no conectado de Taylor en el piso. Sus iris color miel, respondieron a la vez, que la misma electricidad, sacaba algo de su cuerpo. Había un aparato pequeño que era sacado del panel de control, tenía una vestidura de plata, y un sonido que ronroneaba como el aparato de un dentista, obvio que este tiempo ya no existe tales expectativas. Ya no hay trabajos, y ya no hay una economía para sustentar edificios, con grandes jornadas de trabajo. Tu mismo provocas la sustancia de tu cuerpo, y esa misma es la que te ayuda a solicitarte cuando no tienes nada de dinero y necesitas moverte en este mundo.
Un grito salió de la boca de Taylor, el aparato cortó lo que podría ser cerca de la yugular. Una pequeña aguja, llegó desde lo más alto para aplacar el dolor y darle una anestesia para calmarla.
Respondió de inmediato, y vio como sus músculos se relajaban, y seguían sin responder de manera que su cerebro si lo hacía. Pensó que no era la primera vez que le hacían esto, ya que era reaccionar a algo previsto, algo ya planeado. Inclusive si no le hubiesen dicho, hubiera dicho que era algo que iba a suceder. El hombre que recordaba, era el mismo que tenía el anillo de oro de la otra ocasión. Era la misma mirada angelical, cubierta de odio y miedo.
Su vida le parecía poco, pero podría haber jurado que había visto al menos una sonrisa en el rostro de ese hombre.
La sustancia roja salía del cuello de la chica, que se encontraba clavada como una estaca en la pared, sin poder decir absolutamente nada. Por fin vio, como una sustancia color violeta salía del tubo como si fuese algo fuera de lo común. Era la primera vez que lo veía, pero todavía no le quedaba claro como había llegado ahí incluso, se podría pensar que este hombre estaba contaminando toda la ciudad mediante ácidos para matarlos e iniciar una guerra que hubiese durado años. Pero inclusive así, sería muy diferente de lo que la chica se imaginaba cuando le preguntaban acerca de esa sustancia.
La sangre era preciada hoy un día, pero más aún, una enzima llamada “Enzymum ex Aur” una molécula que ayudaría a sacar potencia suficiente para iluminar un foco por más de veinticuatro horas, que sería muy basto por cada centésima de miligramos. Está energía es utilizada también en autos compactos del siglo pasado, dónde lo máximo fue el agotamiento de potencias por qué en el siglo XXII se había agotado el petróleo. Hasta entonces, ese ha sido el negocio de la humanidad, uno puede pensar que es demasiada oportunidad para salvar a la raza, pero no.
Mientras más sacas el enzima más necesitas estar dependiente de las drogas que te dan, por qué es la única cura para tener una vida normal, y comer sanamente. Si no, no podría utilizar esa energía gastada que es bastante precisa, en base a la potencia que uno desearía.
Si la humanidad no tiene esperanza, eso es lo que siempre uno espera de su propia raza. Si no sería como una cortina de viento, y todos veríamos del otro lado, sin importarnos la razón.
El hombre que seguía observándola, varias días atrás, se preguntaba cual era la protección la segura que daba que todavía permanecía despierta escuchando como se sacaban la sangre y su deseado “Enzymum ex Aur” por donde más se comercializaba con las distintas partes del mundo.
Sería una belleza tener a alguien de lado como Taylor Hill, increíble calidad física e inteligente en una sola persona, podría bastecer los canales de seres humanos como no tenía idea. Eso sería lo más adecuado, obligarla a trabajar con él, forzarla hasta que la combustión estuviese fuera de sus manos. No dejaría que nadie tocase su “nueva mina de oro”.
Cuando por fin, proyectó esas ideas, uno de sus acompañantes paró el dispositivo, y la depositó suavemente en el suelo como si fuese un suéter nuevo en la cama del dormitorio.
-Muchas gracias- Musitó el hombre con el anillo del oro. Era una alegría que no se le había oído escuchar desde hacía mucho tiempo atrás. Él no tenía la mínima idea de lo que era estar en paz, si no fuese para encontrar una cura al paro psicológico, y material de la misma humanidad. ¿Qué seríamos de nosotros dentro de años? Quizás, décadas, siglos, después. Absolutamente polvo. Del polvo venimos del polvo vamos. Esa era la razón por la cual Armand Martir, le gustaba tanto  leer sus libros del siglo XXI. Eran hermosos, tenían un contenido altamente fuerte, pero en sí era la mentalidad de la humanidad plasmada en unas cuántas páginas. Era un material difícil de conseguir ya que todo esto, cuando la vida humana era perfecta y todos estábamos iluminados, el deseo de convencer a la misma humanidad de que su vida, era muy diversa antes le había costado a Armand, destruirla por completo.
Muchas personas, que leían a diario, que buscaban saber quienes eran las personas de los siglos pasados. Buscaban mucho. Armand siempre leía de dos personas que les cuestionaba por qué los seres humanos no quería a ellos como absolutistas. Uno de ellos era Hitler, la que otra que se llamaba Alice Ann Bailey, que era la creadora de la Nueva Era, una persona que redactó un libro, y de casualidad Armand, lo había encontrado cuando iba caminando por el subterráneo encontrado, junto a basura electrónica.
Mucha de esa basura se había recapitulado, y puesto a funcionar, pero sin muchas opciones fue abandonado, y allí, como científico, colaborador, le gusto pensar en que todos nosotros podríamos ser “Seres humanos perfectos” y llegar a una iluminación como tal.
De ahí, vienen su locura aparente para sacar y poner en moldes los corrientes de todos los seres humanos en la tierra, y sustentarla así para sobrevivir. Es una nueva idea, pero con un simple origen. Quien tiene poder, siempre lo tiene todo, puede ser tonto, puede ser malo, incluso puede ser un tirano, pero si tiene la mentalidad para mantenerse a flote lo hará.
Taylor se retorcía del otro lado del plantel. Sus ojos recobraron la vista, y por fin pudo recibir lo que podría imaginarse como una ayuda. Sus lamentos llegaron al oído de su salvador, donde la esperaba con manos abiertas a lo que venía en mano. Pensaba que por fin después de tanto tiempo podría cruzar el cielo abierto e ir hacia el espacio. Igual que mucha gente lo había hecho en el pasado. Un nuevo paso hacia la luz.
Grayson recuperó la razón mientras iba caminando por la calle, infestado por sus ideas, y veía que muchos papeles recuperados en el aula estaban a punto de ser destrozados para procrear más calor. De donde venía el invierno era muy fuerte, tanto así que los grados centígrados jamás habían tocado el 20. Desde siempre, había respirado un aire contaminado, y desde siempre su madre le gustaba dejarse llevar por la comida vacía antes hecha del siglo XXIII, que seguía vigente en calidad de non-observado.
El chico miraba a su alrededor si había alguna esperanza de poder avanzar más allá de sus expectativas, ya que por mucho esfuerzo que hiciese jamás lograría entrar a la impenetrable misión del hombre del anillo de oro. NO sabía su nombre, ni siquiera recordaba su rostro, pero si su mano, que siempre deslumbraba en los monitores de la ciudad y que deseaba poder oír cuando él quería oír el sonido de la voz de Taylor.
Era doloroso, inclusive era algo penoso. No sabría donde encontrarla, y buscarla sería como buscar una aguja en pajar, era muy difícil, y las ráfagas de viento eran tan fuertes que tenían más papeles por si acaso el calor acababa en la noche.
Una de las niñas que conformaban el aula, estaba sentada al lado de él, esperando que hablase de las buenas nuevas como todas las mañanas hacía, cuando estaba preocupado con las manías de las personas, y aun así como era subastado sus almas al mejor postor. Los niños eran la peor parte del plan de Armand, por qué, ellos suministraban mejores nutrientes para las capacidades motoras de los transportes.
Eso era infernal, inclusive para alguien que quería tener una calidad de seres humanos de la Nueva Era.
La chica poseía un carácter fuerte, pero no soportaría escuchar que una de sus capitanas se había ido, o se había fugado más allá de la simple curiosidad del hombre por saber que hacer con mitad de la población sin salida alguna. En América, (o lo que quedaba del continente) estaban la mayoría de estas personas. Por qué, aun así, en Europa se caracterizaba las personas con rasgos más fríos, no aguantaron el cambio climático. No aguantaron absolutamente nada que no tuviera que ver con la decadencia humana, y su proceso de vivencias.
Se podría imaginar un futuro donde no habría cambios, de pareceres infinitos.
La chica se acercó a él, le dolía que también se sintiera solo en un mundo inhóspito, que no resistiera bajo el yugo de aquellos que querían apagar con una raza que había perdurado con los años.
-¿Sientes lo mismo que yo?- Rebuscó la muchacha.
-¿A que te refieres?-
Ella se apoyó en su hombro, y por fin, pudo susurrar en las palabras al viento el amor que se había guardado desde hacía mucho, por qué Taylor estaba perdida ante sus labios, pero no por eso ahora tenía que ocultarla bajo la mirada perdida de Grayson.
Tenía la sensación de haber vivido eso constantemente, pero en el pasado, aunque quisiera escapar justamente de un mundo cruel como aquel, quizá tendría que afrentar la realidad de poder quizás, encontrar a alguien que lo quisiera como él era, no como un prototipo de humanoide.
Cuando por fin, la observó, la chica que le ganaba menos de tres años, se le quedaba con la mirada fija, y lo besó rápidamente. Un beso fugaz. Quizá nunca pensó que tendría agallas de hacerlo, pero él no sintió nada en absoluto, es más, deseo estar allí con alguien más para sobrevolar la situación. Era un beso apagado, que no tenía una relación con nada en absoluto lo que él sentía de inmediato con Taylor. Nunca la había besado, pero quisiera saber lo que hubiese pasado si lo hubiera hecho alguna vez en su vida.
Entonces como una simple leve brevedad, dejó de lado y empezó a caminar bajo la luz de la luna. Su rostro estaba empeñado de dolor, y no quisiera estar en el lugar de la chica, pero cuando vio que la seguía, en cuanto la vio, quizá dejar de lado a Taylor. Pero no lograba, no lograba articular ninguna palabra que no fuese, el simple acto de su nombre.
Mary, lo miró. Y lo abrazó. Sabía que no era el momento, pero detestaba la idea de hacerlo sufrir en medio de la tempestad de la ciudad que se avecinaba y que aún no encontraban a la chica que tenía muchas fuentes del “ Enzymum ex Aur” en su sangre. La necesitaban aunque no quisiera estar presente. No quería estar convencida de algo particularmente desastroso, pero ni modo, era algo modesto de su parte haberse ocultado de todos cuando no podía controlar ese deseo de mantenerse viva y tener el poder que antes no tenía.
Ese dinero, que satisfacía su alma, que suavizaba el dolor de todas sus penas.
Mary se acercó un poco más y su rostro quedó a unos centímetros de Grayson, que seguía mirando al infinito donde estaba más que pensando donde estaría ella, con el señor del anillo de oro. Otro hombre, otro hombre que le había arruinado su vida. No podría vivir con el sentido de olvidarla por completo, sintió solamente la mirada penetrante de la chica del hospital.
-Olvídala, Grayson, quizá Taylor te haya olvidado por completo, también-
Se negó a contestar, pero no la soltaba. Quizá en sus adentros, sentía un calor interior que le daba el entendimiento que era tiempo de parar de tener sueños con la chica. No volvería, ahora ella tenía dinero, tendría que amenazar a su gente como si fuese alguien distinto.
-Solo olvídala, lo demás se puede dar por visto- Entonces solamente se quedó abrazada a él, como si nunca lo soltará. Pero dentro de sus instintos recónditos, Mary sabía que nunca iba a ser suyo completamente como de Taylor.
Cuando la chica por fin pudo reaccionar, el cuerpo lo tenía congelado. Estiro por completo la columna vertebral, pero ahora estaba preocupaba de como iría salir de ese lugar, aunque por poco no logra la primera inhalación, Taylor estaba en la ostentativa de poder salir de allí, y ayudar a la gente que la esperaba afuera pero que aún pensaba que todo ese era fruto de su imaginación.
Armand Martir, salió de su escondite y se posicionó en su habitación que solamente quedaba al ala de la parte más pequeña de la planta principal. Tenía todo cubierto para su pequeña joya que aún se almacenaba en la ala derecha. No le importaba curarla de sus males, pero él creía que eran dotes agrandadas que los nuevos Dioses les habían dado, como regalo de una civilización que mejoraría ante todo al modo de sublevación. No le importaba lo demás, si poco le quedaba iría a morir en el mismo lugar donde se quedó al principio de la investigación pero no dejaría que los demás que estaban a cargo de la investigación hiciesen estupideces.
Cuando por fin se dio cuenta que él tenía una obsesión con ella, pudo procesar con mayor facilidad que la nueva era estaba cerca y que estaba perfectamente ligado con los mensajes de los libros que recibía con mayor excitación cada vez que los leía.
Taylor se levantó con mayor precisión esta vez, deseaba contener con todas sus fuerzas al mayor alcance, todo lo que pasaría si no pudiese retener su energía, y así caería y sería otra vez castigada.
En un minuto sintió que el lugar donde estaba, permanecía congelado. Y por eso mismo deseaba conseguirlo poder salir de allí. Entonces la misma mirada que permanecía constantemente pegada a su ser cada minuto del día y que respondía como tal, por qué sabía que se trataba de él, por qué sabía que a pesar de todo, el seguía conectado a algo que no sabía explicar por qué precisamente, era una obsesión, quizá no con ella, si no con una idea que ahora no se le podía salir de la cabeza. Era enfermo quizás, pero no le importaría el experimento sería falible, ahora él tendría lo que quisiera, el ser humano podría avanzar después de tantos siglos sin hacerlo. Quizás muy en el fondo sabía que su propia raza nunca avanzó del completo, si no que le faltaba algunas mejoras para ahora sí, completar ese ciclo.
Taylor siguió avanzando por la habitación hasta encontrarse con esa figura, que estaba posicionada al lado de la pared principal, con una ropa negra, muy alta. De cara gruesa, de cabello rubio, y de unos lentes que no le permitía ver desde el foco. Pero aun así, tenía miedo, quizás el hombre era demasiado fuerte para demostrar quien era, pero precisamente eso le inquietaba, ¿Por qué la ayudaría? ¿Quién era él? ¿Para que estaba ahí? Preguntas que supuestamente respondidas podrían ser un juego que nunca acabaría.
Cuando Taylor salió, vestida de un pantalón color café, y su chamarra, pensó que todo lo demás era broma. Vio por primera vez, los retratos de las actividades científicas con los “muertos en vida” muchas veces los seres humanos en el siglo XXI se proyectaban en decir que estos eran “zombis” quizá, también creación e los aliens, pero no, todo era base científica y modificado cuando quisiesen. La chica no tuvo más remedio que pausar su viaje y preguntarse a si misma, si realmente quería enfrentarse a la realidad superior, que no solamente estaba en ella, si no que también poseía cierta parte de la verdad.
Armand Martir, salió con sus brazos con el mecanismo de la mujer perfecta. Pensó que era broma, quizás pensó que el momento en que saldría de aquel laboratorio, Taylor Hill no volvería a ser la misma, pero quizá no, no le afectaría en lo mucho que pudiese ser la realidad. Total, ¿Qué era la realidad en ese mundo? Absolutamente todo lo olvidado por el humano, pensaba él.
Y ahí pensó que no podría ser peor que dejarse vencer por una estupidez. Pero dentro de su locura, ¿Cuál era la diferencia? Querer el poder, no solamente es algo difícil sino, altamente contagioso. Como la infestación de virus que utilizó para matar a mucha gente.
Iba caminando entre la multitud de la gente que lo amaba anteriormente, la vida de un tirano reglamentada en ciertas partes por qué era la vida, de alguien que no era suficientemente bueno.
Entonces cada vez que observaba la gratitud de su salvador, fue suficientemente bajo la gratitud de su amor, después de que ella, deseaba volver a casa, entonces tomó una paleta cercana y se acercó a él, para poder tomar un impulso y largarse de allí.
Cuando se acercó, rebotó en su cabeza y fue tan potente que lo tiró por completo, fue cuando perdió el conocimiento y Taylor Hill, tuvo que escapar por qué le era muy difícil competir con una persona que tenia un físico muy fuerte por que lo había comparado anteriormente. Simplemente quería irse de inmediato.
Las alarmas sonaron como un propósito, y la chica salió corriendo velozmente hacia la salida, varias escaleras la interceptaron bajo el yugo de monitorios.
El último movimiento que trato de hacer Armand Martir fue soltar a las bestias para que se apoderarán de lo único que nunca pudo obtener, a Taylor Hill.
Corrió todo lo pudo, hasta quedarse totalmente sin aire, por que sabía que era peligroso que se quedará donde estaba, ya que los “muertos en vida” irían por ella tarde o temprano. Así que tendría que correr, correr por la vida para que pudiera salvar a las demás personas que amaba a sus seres humanos, que ambos sabían no eran perfectos tenían un fin sobre la faz de la tierra pero este fin, no era totalmente perpetuo, si no más bien debería de ser continúo.
Mientras tomaba el control de sus piernas y corría a toda velocidad, en un edificio cualquier Grayson se encontraba dormida entre la mirada perdida pero no podía conciliar el sueño, todavía pensaba en como rescatar a la chica que había compensado todos los sueños que dirigían al grupo, pocas personas eran como Taylor. No todas tenían ese espíritu emprendedor, y quizás no todas tenían el único motivo para sobrevivir hasta el punto que llamase la atención y captase toda su ser en una sola voz.
Quizás, no era la única persona que latía en su corazón, pero si lo hacía reaccionar.
Grayson se levantó dejando a Mary dormida en los brazos de alguna cama, no era una mala persona, pero tenía ideas erróneas de lo que era el amor en cuestión. No todos estábamos planeados para alguna persona en especial, pero el amor que sentía por aquella mujer lo impulsaba mucho más allá de lo que quería llegar, se dio cuenta que no podría vivir sin ella, por su propósito era ese, dejarse llevar por la corriente y ser directo con las cosas que pasasen. Y juntos encontrar una cura mejor para el día al día, con las pacientes que se escondiesen, de aquellos experimentos inducidos anteriormente.
Para cuando, eran las ocho de la mañana Mary se había despertado y no se encontraba al chico del cuál estaba enamorada, por qué siempre supo que ella intentaba buscarlo donde fuese, quizás esa sea la manera de dejarlo partir y mover los asuntos. Pero aun así, la chica decide ir a buscarlo.


El sol está a todo lo que queda de la antigua faz dela tierra. Donde se manifiesta el poder centenario de las civilizaciones corrientes que han pasado, tanto los últimos “americanos” los colonizados que perpetuaron la especie en un ambiente físico perpetuo donde todo cambia, y estamos destinados a permanecer en un circulo que ambos no sabíamos que siempre se desarrollan en un mundo donde todos los sueños son posibles. Claro está que Taylor seguía caminando dedicando su figura en el aire, y vio una figura que estaba encantada caminando hacia ella con los brazos abiertos y con una sonrisa infalible.
Tenía el pensamiento en limpio sabía que no podría cambiar absolutamente nada de lo que habría pasado anteriormente, fue una prisionera y eso no le cambia el modo que ella, tendría que mover algunas piezas del juego para poder hacer que ningún ser humano pagase jamás de lo que Armand Martir hizo con sus víctimas a lo largo de los grandes años, y que nunca volteó la cabeza para pensar un solo segundo si lo estaba haciendo bien o  mal.
Eran sensaciones fuertes pero seguras. Entonces Grayson, la abrazó y no la soltó.
Quedó fascinado por lo que vendría cuando el sol estuviese en su máximo punto, y en cuanto todo estuviese perfectamente organizado. Todos verían lo que pasaría si no se cubrían los gastos de estás personas, de todas estás personas inocentes.
Todo fue cuando una multitud de “vivos muertos” fueron absueltos y liberados para adquirir el “Enzymum ex Aur” que el chico y la chica tenían en su sangre. Su respiración fue breve y perfecta, y poco lo que cubría el aire, sintieron como la corriente de viento venían sobre ellos, y se quedaron atónitos por la belleza de la ciudad futurista, decorada por varias planteles de diferentes lugares, con una vista que adornaba  lo más vistoso, hasta la parte más pobre que se encontraba en el centro, y donde las ráfagas de luz y de viento, no llegaban y no se podían ocultar los desórdenes de los siglos pasados. Ellos pertenecían a esa generación que no se había planteado como superar el fin, y como lograr que las personas fueran no incidentes en lo que pasará en el futuro. Fue doloroso ver como gente perdía la vida sin sentido en bases de amplios campos de Biología. Esas personas sufrían como una idea perdida, gracias a una idea racista por medio de su dictador, que solamente quería ejercer una libertad poco fidedigna.
Por lo tanto por más que deseaban ser buenas personas, y quizás mejoras sus ciudades, la humanidad debería de tardarse millones de años, hasta por fin obtener el secreto de lo que se llamaría, el “amor”. Que es lo que nos falta a todos nosotros en diferentes sentidos, con diferentes personas que a través de otros métodos los falla muy a menudo.
Cuando iban recorriendo la calle, el ejército de estos individuos llegaron a perpetuar la carne en viva de los chicos, que seguían esperando, hasta que por fin la cura del cuerpo de Taylor Hill, pudiera salir del aura, y llegar a mejores manos, antes de que todo escapará, antes de adentrarse a los brazos de su amado, dejo una pequeña carta, donde dejaría la sustancia principal que haría que la humanidad mejorar en cualquiera de sus sentidos no solamente bastaba que mejorase con una idea narcisista y crucial.
Mary llegó horas después con el aliento un poco cansando y con las rodillas raspadas por la bicicleta. El lugar donde el pelotón había caminado, estuvo cercado más de media hora, solamente se pudo visitar hasta que el propio jefe debiera la orden de poder dejarlos libres, como ella era en el momento que le dieron la carta.
Quizás la cura más importante para la humanidad, no es el simple hecho del medicamento o de la idea que se fundamenta como jefe y seguidor que trata de progresar su propio generación.
Mary cogió la botella donde estaba el pequeño frasquito con la sustancia color violeta, y así captaría la atención de todas aquellas personas que estuvieron sacrificando sus vidas para darle a la humanidad, su historia que hasta hoy se confirma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario