El rostro putrefacto de la persona que
andaba rondando el lugar, tenía la piel desplegada de par en par, y sin lugar a
dudas daba un aspecto no poco formidable. Inclusive llegaba mucho más allá del
simple olor que indagaba el aire libre, Grayson tenía muchas ganas de irse a un
lugar no contemplado donde todo esto no ocurriese, donde la mayoría de las
personas están seguras de lo que quieren y de lo que pueden hacer cuando no se
les observa a cierta distancia. Pero aquí nada sucede así, todos somos unos
mentirosos que pertenecemos a un sistema mafioso, donde la primera piedra es
aventada por el cuartel de los científicos, y sus ideas más allá de lo común.
Como si fuese cierto esto. La primera razón por la que seguía caminando era
para saber si su compañera estaba viva, la segunda era para saber si había
realmente una salvación detrás de toda aquella mentira.
Sus sonidos era sigilosos, por qué no
quería despertar a ninguna persona que durmiera en las calles por el momento, o
cualquiera que pasará por allí para avisarles que tenían a un nuevo rehén, era
doloroso inclusive pensar a que modo llegaba la humanidad por un poco de
dinero. Era muy diferente del siglo pasado, eso era solamente una moción del tiempo,
donde estaba fragmentado y donde no se podría volver por más que se quisiera.
Era como si todo lo hermoso, hubiera desaparecido y en vez hubiera aparecido
decenas de métodos trágicos para la devastación humana. Bienvenido al siglo
XXIV. Año 2401. Todo lo que alguna vez hubieses conocido, fue una idea clara
que no ha servido para que la humanidad aprenda su lección. Es difícil mantenerse a raya cuando todos los
demás desean tu cuerpo, desean tu material, tu sangre. Eso es lo más
importante. La economía es dura, apenas se sustenta como lo más básico.
El dinero crece sin cesar, pero ya sin
sustentos como el petróleo, sin piedras preciosas, sin ninguna aparato
“antiguo” del siglo XXI como parte de nuestras vidas, el automóvil, el celular,
las computadoras, o cualquiera de esos accesorios, no sirven. En su lugar
ahora, todos utilizamos Motores Chadwick, que son cargas de transporte por los
aires, conectados a través de nuestro corriente sanguíneo, y de igual manera,
es avanzado por lo que nosotros comemos.
Enfermedades tales como la obesidad se
erradicaron por completo. En un mundo perfecto no puede haber tales cosas, ya
que nosotros estamos a casi un paso de convertirnos en máquinas mutantes sin
sentido de vivir.
Entonces, fue como Grayson se dio cuenta
que la noche se hacía mucho más fría de lo normal, y sus pómulos que se
deslindaban de su cara, lo hacían resplandecer a la luz de la luna, y el
contorno de los labios daba una supuesta mueca. No era gracioso, ni tampoco
tenía habilidades, no las tenía como Taylor. La tendría que hallar para poder
así, encontrar al hombre que había ordenado cambiar las cerraduras de las
puertas de la ciudad, como una protección para que los vándalos no entraran e
hiciesen lo que se les plazca. Mucha gente estaba desesperada, e intentaba
poder argumentar algo con la política impuesta que se avecinaba pero aun así,
ninguna persona toleraba el nuevo contacto con el orden que modificó todo a su
paso.
Los seres humanos estábamos condenados a
vivir bajo cierto tipo de refinamientos que totalmente mejoraban nuestra
condición, pero como una nueva raza.
Cuando, Taylor despertó sintió una nueva
fijación en su estómago, le ardía, como un pinchazo después de haberse
inyectado algo. El corazón le latía muy rápido, y sentía zumbidos en los oídos.
Algo muy ilógico, por qué, el lugar donde estaba era muy diferente del que
había estado hacía unas semanas atrás, cuando el área 2AC estaba situado al
oeste de la ciudad. Su cuerpo permaneció inmóvil algunos segundos, mientras
recobraba la fuerza de sus brazos.
Su espalda se irguió. Estaba más bien
sentada hacia una superficie plana y fría. Su cuerpo lo resintió e hizo que
sintiera escalofríos, mientras se veía sus manos heladas, e igual pálidas desde
que la luz del sol no la tocaba. Su piel, ahora estaba tersa, y lo peor de todo
es que no tenía ningún rasguño, ningún hecho que hubiese marcado que ella
estaba luchando contra el nuevo orden.
Se levantó completamente, y por primera
vez vio su reflejo en el cristal de la pared. Su cabello rojizo caía en cascada
a través del ancho de los hombros y pudo reaccionar a tiempo, cuando no tuvo
tiempo de contenerse y aguantar, cayó.
El sonido, fue como aplastar algo con un
objeto hueco. O sea, fue un hecho casi nulo.
Observó como estaba vestida solamente
con una bata, que enmarcaba el rostro de tan sutil manera que cualquier jefe se
hubiese enamorado de ella.
Taylor trató de levantarse de nuevo, y
sus ojos por fin se dieron cuenta que no estaba sola.
Un hombre la mirada de lo alto de la
torre, con una expresión en particular terrorífica, y a la misma vez que
deseaba saber algo, sin dejar de verla, siguió caminando por el lugar, donde se
situaba para poder acercarse a la
pantalla de inicio, donde todo estaba preparado, según él pensaba. Taylor
seguía mirándolo como si fuese una especie de madre que mira por primera vez a
su hijo recién nacido. Solo se quedaba como un vacío lejano de lo que pudiese
suceder, nada más. No pensaba que este ser pudiese hacerle daño, ya lo había
visto alguna ocasión, pero no recordaba completamente su rostro.
La facción cambió de inmediato, y un
micrófono salió del panel de control.
-¿Señorita Hill, me escucha?- Profesó el
hombre.
Ella solamente asintió. Su voz le hizo
que le volcará el estómago, que aún resentía lo que le había pasado aunque no
tenía el presentimiento de que, simplemente lo sintió. Y después el calor le
recorrió la columna vertebral. Su rostro cambió rápidamente, aunque ella, no
sabía el porqué de esa situación.
-Bien, me alegro que haya por fin
despertado- SU voz, parecía lejana pero a la vez quería entablar una
conversación con la chica, que seguía moviéndose en el piso, acercándose a la
pared.
Una palanca jaló lo que pudiese ser una
parte metálica, donde caía una especie de agua, rocío todo el cuerpo de Taylor
dejándola, con las gotas cayéndole en donde termina los pómulos, y seguía sin
responder una sola palabra, su vida parecía vana en aquel momento. Sintió ese
dolor estomacal crujirle, y plasmarle una alerta que estaba presente. La mano
que estaba junto a las piernas se quedo incrustada en la pared, para poder
restablecerse, pero aun así no lo logro, y este lugar quedo electrificado.
La descarga tiró el cuerpo no conectado
de Taylor en el piso. Sus iris color miel, respondieron a la vez, que la misma
electricidad, sacaba algo de su cuerpo. Había un aparato pequeño que era sacado
del panel de control, tenía una vestidura de plata, y un sonido que ronroneaba
como el aparato de un dentista, obvio que este tiempo ya no existe tales
expectativas. Ya no hay trabajos, y ya no hay una economía para sustentar
edificios, con grandes jornadas de trabajo. Tu mismo provocas la sustancia de
tu cuerpo, y esa misma es la que te ayuda a solicitarte cuando no tienes nada
de dinero y necesitas moverte en este mundo.
Un grito salió de la boca de Taylor, el
aparato cortó lo que podría ser cerca de la yugular. Una pequeña aguja, llegó
desde lo más alto para aplacar el dolor y darle una anestesia para calmarla.
Respondió de inmediato, y vio como sus
músculos se relajaban, y seguían sin responder de manera que su cerebro si lo
hacía. Pensó que no era la primera vez que le hacían esto, ya que era
reaccionar a algo previsto, algo ya planeado. Inclusive si no le hubiesen
dicho, hubiera dicho que era algo que iba a suceder. El hombre que recordaba,
era el mismo que tenía el anillo de oro de la otra ocasión. Era la misma mirada
angelical, cubierta de odio y miedo.
Su vida le parecía poco, pero podría
haber jurado que había visto al menos una sonrisa en el rostro de ese hombre.
La sustancia roja salía del cuello de la
chica, que se encontraba clavada como una estaca en la pared, sin poder decir
absolutamente nada. Por fin vio, como una sustancia color violeta salía del tubo
como si fuese algo fuera de lo común. Era la primera vez que lo veía, pero
todavía no le quedaba claro como había llegado ahí incluso, se podría pensar
que este hombre estaba contaminando toda la ciudad mediante ácidos para
matarlos e iniciar una guerra que hubiese durado años. Pero inclusive así,
sería muy diferente de lo que la chica se imaginaba cuando le preguntaban
acerca de esa sustancia.
La sangre era preciada hoy un día, pero
más aún, una enzima llamada “Enzymum ex Aur” una molécula que ayudaría a
sacar potencia suficiente para iluminar un foco por más de veinticuatro horas,
que sería muy basto por cada centésima de miligramos. Está energía es utilizada
también en autos compactos del siglo pasado, dónde lo máximo fue el agotamiento
de potencias por qué en el siglo XXII se había agotado el petróleo. Hasta
entonces, ese ha sido el negocio de la humanidad, uno puede pensar que es
demasiada oportunidad para salvar a la raza, pero no.
Mientras más sacas el enzima más
necesitas estar dependiente de las drogas que te dan, por qué es la única cura
para tener una vida normal, y comer sanamente. Si no, no podría utilizar esa
energía gastada que es bastante precisa, en base a la potencia que uno
desearía.
Si la humanidad no tiene esperanza, eso
es lo que siempre uno espera de su propia raza. Si no sería como una cortina de
viento, y todos veríamos del otro lado, sin importarnos la razón.
El hombre que seguía observándola,
varias días atrás, se preguntaba cual era la protección la segura que daba que
todavía permanecía despierta escuchando como se sacaban la sangre y su deseado
“Enzymum ex Aur” por donde más se comercializaba con las distintas partes del
mundo.
Sería una belleza tener a alguien de
lado como Taylor Hill, increíble calidad física e inteligente en una sola
persona, podría bastecer los canales de seres humanos como no tenía idea. Eso
sería lo más adecuado, obligarla a trabajar con él, forzarla hasta que la
combustión estuviese fuera de sus manos. No dejaría que nadie tocase su “nueva
mina de oro”.
Cuando por fin, proyectó esas ideas, uno
de sus acompañantes paró el dispositivo, y la depositó suavemente en el suelo
como si fuese un suéter nuevo en la cama del dormitorio.
-Muchas gracias- Musitó el hombre con el
anillo del oro. Era una alegría que no se le había oído escuchar desde hacía
mucho tiempo atrás. Él no tenía la mínima idea de lo que era estar en paz, si
no fuese para encontrar una cura al paro psicológico, y material de la misma
humanidad. ¿Qué seríamos de nosotros dentro de años? Quizás, décadas, siglos,
después. Absolutamente polvo. Del polvo venimos del polvo vamos. Esa era la
razón por la cual Armand Martir, le gustaba tanto leer sus libros del siglo XXI. Eran hermosos,
tenían un contenido altamente fuerte, pero en sí era la mentalidad de la
humanidad plasmada en unas cuántas páginas. Era un material difícil de
conseguir ya que todo esto, cuando la vida humana era perfecta y todos
estábamos iluminados, el deseo de convencer a la misma humanidad de que su
vida, era muy diversa antes le había costado a Armand, destruirla por completo.
Muchas personas, que leían a diario, que
buscaban saber quienes eran las personas de los siglos pasados. Buscaban mucho.
Armand siempre leía de dos personas que les cuestionaba por qué los seres
humanos no quería a ellos como absolutistas. Uno de ellos era Hitler, la que
otra que se llamaba Alice Ann Bailey, que era la creadora de la Nueva Era, una
persona que redactó un libro, y de casualidad Armand, lo había encontrado
cuando iba caminando por el subterráneo encontrado, junto a basura electrónica.
Mucha de esa basura se había
recapitulado, y puesto a funcionar, pero sin muchas opciones fue abandonado, y
allí, como científico, colaborador, le gusto pensar en que todos nosotros
podríamos ser “Seres humanos perfectos” y llegar a una iluminación como tal.
De ahí, vienen su locura aparente para
sacar y poner en moldes los corrientes de todos los seres humanos en la tierra,
y sustentarla así para sobrevivir. Es una nueva idea, pero con un simple
origen. Quien tiene poder, siempre lo tiene todo, puede ser tonto, puede ser
malo, incluso puede ser un tirano, pero si tiene la mentalidad para mantenerse
a flote lo hará.
Taylor se retorcía del otro lado del
plantel. Sus ojos recobraron la vista, y por fin pudo recibir lo que podría
imaginarse como una ayuda. Sus lamentos llegaron al oído de su salvador, donde
la esperaba con manos abiertas a lo que venía en mano. Pensaba que por fin
después de tanto tiempo podría cruzar el cielo abierto e ir hacia el espacio.
Igual que mucha gente lo había hecho en el pasado. Un nuevo paso hacia la luz.
Grayson recuperó la razón mientras iba
caminando por la calle, infestado por sus ideas, y veía que muchos papeles
recuperados en el aula estaban a punto de ser destrozados para procrear más calor.
De donde venía el invierno era muy fuerte, tanto así que los grados centígrados
jamás habían tocado el 20. Desde siempre, había respirado un aire contaminado,
y desde siempre su madre le gustaba dejarse llevar por la comida vacía antes
hecha del siglo XXIII, que seguía vigente en calidad de non-observado.
El chico miraba a su alrededor si había
alguna esperanza de poder avanzar más allá de sus expectativas, ya que por
mucho esfuerzo que hiciese jamás lograría entrar a la impenetrable misión del
hombre del anillo de oro. NO sabía su nombre, ni siquiera recordaba su rostro,
pero si su mano, que siempre deslumbraba en los monitores de la ciudad y que
deseaba poder oír cuando él quería oír el sonido de la voz de Taylor.
Era doloroso, inclusive era algo penoso.
No sabría donde encontrarla, y buscarla sería como buscar una aguja en pajar,
era muy difícil, y las ráfagas de viento eran tan fuertes que tenían más
papeles por si acaso el calor acababa en la noche.
Una de las niñas que conformaban el
aula, estaba sentada al lado de él, esperando que hablase de las buenas nuevas
como todas las mañanas hacía, cuando estaba preocupado con las manías de las
personas, y aun así como era subastado sus almas al mejor postor. Los niños
eran la peor parte del plan de Armand, por qué, ellos suministraban mejores
nutrientes para las capacidades motoras de los transportes.
Eso era infernal, inclusive para alguien
que quería tener una calidad de seres humanos de la Nueva Era.
La chica poseía un carácter fuerte, pero
no soportaría escuchar que una de sus capitanas se había ido, o se había fugado
más allá de la simple curiosidad del hombre por saber que hacer con mitad de la
población sin salida alguna. En América, (o lo que quedaba del continente)
estaban la mayoría de estas personas. Por qué, aun así, en Europa se
caracterizaba las personas con rasgos más fríos, no aguantaron el cambio
climático. No aguantaron absolutamente nada que no tuviera que ver con la
decadencia humana, y su proceso de vivencias.
Se podría imaginar un futuro donde no
habría cambios, de pareceres infinitos.
La chica se acercó a él, le dolía que
también se sintiera solo en un mundo inhóspito, que no resistiera bajo el yugo
de aquellos que querían apagar con una raza que había perdurado con los años.
-¿Sientes lo mismo que yo?- Rebuscó la
muchacha.
-¿A que te refieres?-
Ella se apoyó en su hombro, y por fin,
pudo susurrar en las palabras al viento el amor que se había guardado desde
hacía mucho, por qué Taylor estaba perdida ante sus labios, pero no por eso
ahora tenía que ocultarla bajo la mirada perdida de Grayson.
Tenía la sensación de haber vivido eso
constantemente, pero en el pasado, aunque quisiera escapar justamente de un
mundo cruel como aquel, quizá tendría que afrentar la realidad de poder quizás,
encontrar a alguien que lo quisiera como él era, no como un prototipo de
humanoide.
Cuando por fin, la observó, la chica que
le ganaba menos de tres años, se le quedaba con la mirada fija, y lo besó
rápidamente. Un beso fugaz. Quizá nunca pensó que tendría agallas de hacerlo,
pero él no sintió nada en absoluto, es más, deseo estar allí con alguien más
para sobrevolar la situación. Era un beso apagado, que no tenía una relación
con nada en absoluto lo que él sentía de inmediato con Taylor. Nunca la había
besado, pero quisiera saber lo que hubiese pasado si lo hubiera hecho alguna
vez en su vida.
Entonces como una simple leve brevedad,
dejó de lado y empezó a caminar bajo la luz de la luna. Su rostro estaba
empeñado de dolor, y no quisiera estar en el lugar de la chica, pero cuando vio
que la seguía, en cuanto la vio, quizá dejar de lado a Taylor. Pero no lograba,
no lograba articular ninguna palabra que no fuese, el simple acto de su nombre.
Mary, lo miró. Y lo abrazó. Sabía que no
era el momento, pero detestaba la idea de hacerlo sufrir en medio de la
tempestad de la ciudad que se avecinaba y que aún no encontraban a la chica que
tenía muchas fuentes del “ Enzymum ex Aur” en su sangre. La necesitaban aunque
no quisiera estar presente. No quería estar convencida de algo particularmente
desastroso, pero ni modo, era algo modesto de su parte haberse ocultado de
todos cuando no podía controlar ese deseo de mantenerse viva y tener el poder
que antes no tenía.
Ese dinero, que satisfacía su alma, que
suavizaba el dolor de todas sus penas.
Mary se acercó un poco más y su rostro
quedó a unos centímetros de Grayson, que seguía mirando al infinito donde
estaba más que pensando donde estaría ella, con el señor del anillo de oro.
Otro hombre, otro hombre que le había arruinado su vida. No podría vivir con el
sentido de olvidarla por completo, sintió solamente la mirada penetrante de la
chica del hospital.
-Olvídala, Grayson, quizá Taylor te haya
olvidado por completo, también-
Se negó a contestar, pero no la soltaba.
Quizá en sus adentros, sentía un calor interior que le daba el entendimiento
que era tiempo de parar de tener sueños con la chica. No volvería, ahora ella
tenía dinero, tendría que amenazar a su gente como si fuese alguien distinto.
-Solo olvídala, lo demás se puede dar
por visto- Entonces solamente se quedó abrazada a él, como si nunca lo soltará.
Pero dentro de sus instintos recónditos, Mary sabía que nunca iba a ser suyo
completamente como de Taylor.
Cuando la chica por fin pudo reaccionar,
el cuerpo lo tenía congelado. Estiro por completo la columna vertebral, pero
ahora estaba preocupaba de como iría salir de ese lugar, aunque por poco no
logra la primera inhalación, Taylor estaba en la ostentativa de poder salir de
allí, y ayudar a la gente que la esperaba afuera pero que aún pensaba que todo
ese era fruto de su imaginación.
Armand Martir, salió de su escondite y
se posicionó en su habitación que solamente quedaba al ala de la parte más
pequeña de la planta principal. Tenía todo cubierto para su pequeña joya que
aún se almacenaba en la ala derecha. No le importaba curarla de sus males, pero
él creía que eran dotes agrandadas que los nuevos Dioses les habían dado, como
regalo de una civilización que mejoraría ante todo al modo de sublevación. No
le importaba lo demás, si poco le quedaba iría a morir en el mismo lugar donde
se quedó al principio de la investigación pero no dejaría que los demás que
estaban a cargo de la investigación hiciesen estupideces.
Cuando por fin se dio cuenta que él
tenía una obsesión con ella, pudo procesar con mayor facilidad que la nueva era
estaba cerca y que estaba perfectamente ligado con los mensajes de los libros
que recibía con mayor excitación cada vez que los leía.
Taylor se levantó con mayor precisión
esta vez, deseaba contener con todas sus fuerzas al mayor alcance, todo lo que
pasaría si no pudiese retener su energía, y así caería y sería otra vez
castigada.
En un minuto sintió que el lugar donde
estaba, permanecía congelado. Y por eso mismo deseaba conseguirlo poder salir
de allí. Entonces la misma mirada que permanecía constantemente pegada a su ser
cada minuto del día y que respondía como tal, por qué sabía que se trataba de
él, por qué sabía que a pesar de todo, el seguía conectado a algo que no sabía
explicar por qué precisamente, era una obsesión, quizá no con ella, si no con
una idea que ahora no se le podía salir de la cabeza. Era enfermo quizás, pero
no le importaría el experimento sería falible, ahora él tendría lo que
quisiera, el ser humano podría avanzar después de tantos siglos sin hacerlo.
Quizás muy en el fondo sabía que su propia raza nunca avanzó del completo, si
no que le faltaba algunas mejoras para ahora sí, completar ese ciclo.
Taylor siguió avanzando por la
habitación hasta encontrarse con esa figura, que estaba posicionada al lado de
la pared principal, con una ropa negra, muy alta. De cara gruesa, de cabello
rubio, y de unos lentes que no le permitía ver desde el foco. Pero aun así,
tenía miedo, quizás el hombre era demasiado fuerte para demostrar quien era,
pero precisamente eso le inquietaba, ¿Por qué la ayudaría? ¿Quién era él? ¿Para
que estaba ahí? Preguntas que supuestamente respondidas podrían ser un juego
que nunca acabaría.
Cuando Taylor salió, vestida de un
pantalón color café, y su chamarra, pensó que todo lo demás era broma. Vio por
primera vez, los retratos de las actividades científicas con los “muertos en
vida” muchas veces los seres humanos en el siglo XXI se proyectaban en decir
que estos eran “zombis” quizá, también creación e los aliens, pero no, todo era
base científica y modificado cuando quisiesen. La chica no tuvo más remedio que
pausar su viaje y preguntarse a si misma, si realmente quería enfrentarse a la
realidad superior, que no solamente estaba en ella, si no que también poseía
cierta parte de la verdad.
Armand Martir, salió con sus brazos con
el mecanismo de la mujer perfecta. Pensó que era broma, quizás pensó que el
momento en que saldría de aquel laboratorio, Taylor Hill no volvería a ser la
misma, pero quizá no, no le afectaría en lo mucho que pudiese ser la realidad.
Total, ¿Qué era la realidad en ese mundo? Absolutamente todo lo olvidado por el
humano, pensaba él.
Y ahí pensó que no podría ser peor que
dejarse vencer por una estupidez. Pero dentro de su locura, ¿Cuál era la
diferencia? Querer el poder, no solamente es algo difícil sino, altamente
contagioso. Como la infestación de virus que utilizó para matar a mucha gente.
Iba caminando entre la multitud de la gente
que lo amaba anteriormente, la vida de un tirano reglamentada en ciertas partes
por qué era la vida, de alguien que no era suficientemente bueno.
Entonces cada vez que observaba la
gratitud de su salvador, fue suficientemente bajo la gratitud de su amor,
después de que ella, deseaba volver a casa, entonces tomó una paleta cercana y
se acercó a él, para poder tomar un impulso y largarse de allí.
Cuando se acercó, rebotó en su cabeza y
fue tan potente que lo tiró por completo, fue cuando perdió el conocimiento y
Taylor Hill, tuvo que escapar por qué le era muy difícil competir con una
persona que tenia un físico muy fuerte por que lo había comparado
anteriormente. Simplemente quería irse de inmediato.
Las alarmas sonaron como un propósito, y
la chica salió corriendo velozmente hacia la salida, varias escaleras la
interceptaron bajo el yugo de monitorios.
El último movimiento que trato de hacer
Armand Martir fue soltar a las bestias para que se apoderarán de lo único que
nunca pudo obtener, a Taylor Hill.
Corrió todo lo pudo, hasta quedarse
totalmente sin aire, por que sabía que era peligroso que se quedará donde
estaba, ya que los “muertos en vida” irían por ella tarde o temprano. Así que
tendría que correr, correr por la vida para que pudiera salvar a las demás
personas que amaba a sus seres humanos, que ambos sabían no eran perfectos
tenían un fin sobre la faz de la tierra pero este fin, no era totalmente
perpetuo, si no más bien debería de ser continúo.
Mientras tomaba el control de sus
piernas y corría a toda velocidad, en un edificio cualquier Grayson se
encontraba dormida entre la mirada perdida pero no podía conciliar el sueño,
todavía pensaba en como rescatar a la chica que había compensado todos los
sueños que dirigían al grupo, pocas personas eran como Taylor. No todas tenían
ese espíritu emprendedor, y quizás no todas tenían el único motivo para
sobrevivir hasta el punto que llamase la atención y captase toda su ser en una
sola voz.
Quizás, no era la única persona que
latía en su corazón, pero si lo hacía reaccionar.
Grayson se levantó dejando a Mary
dormida en los brazos de alguna cama, no era una mala persona, pero tenía ideas
erróneas de lo que era el amor en cuestión. No todos estábamos planeados para
alguna persona en especial, pero el amor que sentía por aquella mujer lo impulsaba
mucho más allá de lo que quería llegar, se dio cuenta que no podría vivir sin
ella, por su propósito era ese, dejarse llevar por la corriente y ser directo
con las cosas que pasasen. Y juntos encontrar una cura mejor para el día al
día, con las pacientes que se escondiesen, de aquellos experimentos inducidos
anteriormente.
Para cuando, eran las ocho de la mañana
Mary se había despertado y no se encontraba al chico del cuál estaba enamorada,
por qué siempre supo que ella intentaba buscarlo donde fuese, quizás esa sea la
manera de dejarlo partir y mover los asuntos. Pero aun así, la chica decide ir
a buscarlo.
El sol está a todo lo que queda de la
antigua faz dela tierra. Donde se manifiesta el poder centenario de las civilizaciones
corrientes que han pasado, tanto los últimos “americanos” los colonizados que
perpetuaron la especie en un ambiente físico perpetuo donde todo cambia, y
estamos destinados a permanecer en un circulo que ambos no sabíamos que siempre
se desarrollan en un mundo donde todos los sueños son posibles. Claro está que
Taylor seguía caminando dedicando su figura en el aire, y vio una figura que
estaba encantada caminando hacia ella con los brazos abiertos y con una sonrisa
infalible.
Tenía el pensamiento en limpio sabía que
no podría cambiar absolutamente nada de lo que habría pasado anteriormente, fue
una prisionera y eso no le cambia el modo que ella, tendría que mover algunas
piezas del juego para poder hacer que ningún ser humano pagase jamás de lo que
Armand Martir hizo con sus víctimas a lo largo de los grandes años, y que nunca
volteó la cabeza para pensar un solo segundo si lo estaba haciendo bien o mal.
Eran sensaciones fuertes pero seguras.
Entonces Grayson, la abrazó y no la soltó.
Quedó fascinado por lo que vendría
cuando el sol estuviese en su máximo punto, y en cuanto todo estuviese
perfectamente organizado. Todos verían lo que pasaría si no se cubrían los
gastos de estás personas, de todas estás personas inocentes.
Todo fue cuando una multitud de “vivos
muertos” fueron absueltos y liberados para adquirir el “Enzymum ex Aur” que el
chico y la chica tenían en su sangre. Su respiración fue breve y perfecta, y
poco lo que cubría el aire, sintieron como la corriente de viento venían sobre
ellos, y se quedaron atónitos por la belleza de la ciudad futurista, decorada
por varias planteles de diferentes lugares, con una vista que adornaba lo más vistoso, hasta la parte más pobre que
se encontraba en el centro, y donde las ráfagas de luz y de viento, no llegaban
y no se podían ocultar los desórdenes de los siglos pasados. Ellos pertenecían
a esa generación que no se había planteado como superar el fin, y como lograr
que las personas fueran no incidentes en lo que pasará en el futuro. Fue doloroso
ver como gente perdía la vida sin sentido en bases de amplios campos de
Biología. Esas personas sufrían como una idea perdida, gracias a una idea
racista por medio de su dictador, que solamente quería ejercer una libertad
poco fidedigna.
Por lo tanto por más que deseaban ser
buenas personas, y quizás mejoras sus ciudades, la humanidad debería de
tardarse millones de años, hasta por fin obtener el secreto de lo que se
llamaría, el “amor”. Que es lo que nos falta a todos nosotros en diferentes
sentidos, con diferentes personas que a través de otros métodos los falla muy a
menudo.
Cuando iban recorriendo la calle, el
ejército de estos individuos llegaron a perpetuar la carne en viva de los
chicos, que seguían esperando, hasta que por fin la cura del cuerpo de Taylor
Hill, pudiera salir del aura, y llegar a mejores manos, antes de que todo
escapará, antes de adentrarse a los brazos de su amado, dejo una pequeña carta,
donde dejaría la sustancia principal que haría que la humanidad mejorar en
cualquiera de sus sentidos no solamente bastaba que mejorase con una idea
narcisista y crucial.
Mary llegó horas después con el aliento
un poco cansando y con las rodillas raspadas por la bicicleta. El lugar donde
el pelotón había caminado, estuvo cercado más de media hora, solamente se pudo
visitar hasta que el propio jefe debiera la orden de poder dejarlos libres,
como ella era en el momento que le dieron la carta.
Quizás la cura más importante para la
humanidad, no es el simple hecho del medicamento o de la idea que se fundamenta
como jefe y seguidor que trata de progresar su propio generación.
Mary cogió la botella donde estaba el
pequeño frasquito con la sustancia color violeta, y así captaría la atención de
todas aquellas personas que estuvieron sacrificando sus vidas para darle a la
humanidad, su historia que hasta hoy se confirma.
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