Al fin cumplí 18 años, mi madre me obsequio un boleto de
avión con referencia a Paris, ¡genial!, Pensé
para mis adentros, era un regalo extraordinario.
Se acercaba la hora, estaba tan emocionada, pero a la vez un poco
nerviosa y temerosa realmente era el
primer viaje que haría por mi cuenta, sola totalmente sola.
En el aeropuerto mi madre lloraba como si me fuera para siempre,
trate de tranquilizarla diciéndole que solo me iba por unas semanas, de pronto
escuche que alguien me llamaba.
-¡Valery!-era una voz masculina así que supuse que era mi padre,
él y mi madre se habían divorciado hacia ya 2 años. Al voltear confirmé que era
él.
-¡Aquí papá!- contesté al
tiempo que levantaba la mano para saludarlo, hacía mucho tiempo que no lo veía,
se me había olvidado lo cálida que era su sonrisa.
-Ojalá te vaya bien en tu viaje pequeña.- dijo mi padre con una
ancha sonrisa en su rostro y dándome un fuerte abrazo.
- Gracias papa los extrañaré mucho.- dije refiriéndome a él y a mi
madre que se encontraba sentada en la sala de espera del aeropuerto.
Escuché a la señorita encargada de los vuelos, vocear que el vuelo
con referencia a Londres estaba a punto
de partir, en ese momento abrace a mis padres con tal fuerza que casi los
asfixiaba, al despedirme de ellos sentí cierta nostalgia por dejarlos aunque
fuera por poco tiempo.
Salí corriendo tratando de no golpear a la gente que transitaba por
el aeropuerto, logre llegar sin caerme ni lastimar a nadie, la señorita
encargada recibió mi boleto indicándome la puerta por la que tenía que entrar,
me deseo un buen viaje y subí al avión.
Algunas horas más tarde el piloto anuncio que nuestro vuelo estaba
por llegar a París, estaba tan emocionada que no solo la presión del avión
hacia que sintiera que el corazón se me iba a salir.
Al llegar al aeropuerto me dirigí hacia el hotel “Voltaire” que
sería en el cual estaría hospedad durante todos los días que estuviera en París,
mi habitación la cual era la número 301 estaba en el cuarto
piso del edificio.
Tome el teléfono y llame a mi madre solo quería avisarle que había
llegado bien y que estaba muy agradecida por el mejor regalo que había recibido,
al terminar la llamada me di una ducha y después me quede sumamente dormida.
Al día siguiente la emoción de salir ni siquiera me dejo dormir
más tiempo, me di una ducha, me cambie y
salí del hotel.
Recorrí muchas calles hermosas, pase por plazas donde compraba todo
lo que me gustaba; ropa, zapatos y accesorios, había recorrido muchos lugares y
por consiguiente había comprado muchas cosas y mis brazos estaban más que
ocupados por bolsas, decidí tomar un descanso en uno de los parques por los que
pase, acomode las bolsas a un lado mío y comencé a recorrer el parque con la
mirada, había niños hermosos corriendo y jugando y padres persiguiéndolos para
que no se hicieran daño, niñas sentadas como pequeñas damas jugando a la casa
de té, señoras platicando y gesticulando como si toda su plática se pudiera
descifrar con solo mirarlas y fue así como me sumergí en mis pensamientos, aun
no podía creer que estaba en parís sola, disfrutando de mis 18 años. Al abrir
los ojos ya había pasado ya más de una hora, la noche había llegado y salí
corriendo con miedo a no encontrar el camino de regreso.
Las bolsas en mis manos pesaban
más que yo para ese tiempo estaba arrepintiéndome de haber comprado
tantas cosas, al doblar en la esquina “Je Veux Te Revoir” que en español
significaba “caminos del destino”, choque de frente con alguien y caí a suelo y
conmigo todas las bolsas que tenia, me incorpore y empecé a levantar mis cosas
pero alguien mas ya lo estaba haciendo.
-¿Te encuentras bien?- dijo una voz tan cálida como campanas al
unísono tendiéndome su mano al mismo tiempo que me levantaba del suelo, al
oírlo algo ocurrió en mi, simplemente así.
- ah, mm sí, estoy bien gracias...- dije al mismo tiempo que
tomaba su mano, pero al verlo quede paralizada, era perfecto, como aquellas
figuras de mármol griego.
-toma.- dijo él entregándome todas las cosas que se habían caído
al suelo
-¿eh? Aaah ¡si, gracias!- dije tartamudeando y el rio como si le
hubiera contado un chiste.
Despues de unos segundos de silencio yo de la nada comencé a reír,
recordando la aparatosa caída que acababa de tener enfrente del hombre más
perfecto que jamás haya visto, el tambien rio y se formo una atmosfera hermosa,
el me pregunto mi nombre y yo el suyo el cual era: Gaibriel.
Platicamos durante mucho rato, era como si lo conociera desde hace
mucho tiempo, tanto él como yo hablamos de porque estabamos ahí, me pregunto en
qué hotel me hospedaba. Caminamos y caminamos hasta que sin darme cuenta
llegamos al hotel.
Le di las gracias y entre. No pude conciliar el sueño en toda la
noche, solo pensaba en lo divertido que había sido mi día y lo divertido que
había sido estar con Gaibriel. Aaaaa Gaibriel, había estado repitiendo su
nombre toda la noche hasta que por fin sin pensarlo me quede dormida.
A la mañana siguiente salí mas tarde, mi cuerpo reclamo el
cansancio del día anterior y me quede dormida un poco más, unos minutos más
tarde recibí una llamada, era de la recepción me decían que había alguien
esperando por mí un joven llamado Gaibriel, -¡No puede ser! Voy para allá -dije
brincando de la cama directo al baño.
Me arregle lo más rápido posible aunque no decidía que ponerme, me
decidí por un vestido color durazno de Shifon. En el elevador mi corazón estaba
por salirse, al llegar a la recepción
ahí estaba él aun más perfecto que la noche anterior.
Salimos a dar un paseo, caminamos por todas las plazas, caminamos
por callejones hermosos, vimos casas hermosas, y la gente caminaba como si no
existiera nada mejor que la vida, como si las cosas malas no existieran.
Y así pasaron los días, nuestra relación se hacía más y más fuerte,
salíamos todos los días juntos e inevitablemente nos hicimos novios, era lo más
bonito que había vivido en la vida, él era un príncipe y hacía que me sintiera
tan cálida y tan en paz, hacia que me sintiera tan bien.
Un día decidí salir sola, quería dar un paseo y recorrer todo
parís en un solo día, aun no estaba lista para irme de ahí, no quería dejar ese
lugar que había hecho que viviera los mejores momentos de mi vida y mucho menos
quería dejar a Gaibriel, ahora sabia que él era mi alma gemela, que el
simplemente me complementaba.
Pase por un callejón realmente obscuro, la piel se me había
erizado completamente, de algún modo sentía que algo iba a pasar, de pronto
algo me golpeo con tanta fuerza que perdí la noción de todo tiempo y espacio.
Desperté en un lugar horrible, sin ninguna ventana solo había una
puerta pequeña al final del lugar, tenía tanto miedo porque no sabía que estaba
pasando, unos hombres entraron por aquella puerta, venían directamente hacia
mí, pero había algo diferente en ellos, no eran hombres cualquiera eran …. Eran
hermosos, esa era la palabra correcta, a excepción de Gaibriel nunca había visto a hombres así, no eran
guapos como los galanes de revista o como las estrellas de televisión estos
eran hermosos, si hermosos, con la piel más fina y delicada que haya visto
jamás y el cuerpo proporcionado perfectamente. Uno de ellos dijo.
-¡Aaah! Con que esta
señorita es la mujer de Gaibriel-. Dijo el más alto de todos ellos.
- ¡baa! Él como siempre desvivido por los débiles, aunque
realmente no es fea, pero sigue siendo humana, ¿pero qué deberíamos hacer con
ella?. Tiene que pagar por lo que Gaibriel nos ha hecho-. Dijo en tono burlón otro
de ellos
Yo lo único que pensaba era en Gaibriel quería que el llegara,
quería que me dijera que estaba pasando, estos hombres eran malos y tenebrosos,
la forma en la que hablaban hacia que el
corazón me temblara, hacia que no pudiera ni respirar, no podía creer que
alguien tan bello pudiera ser tan malo.
Me levantaron del suelo y me amarraron a una especie de perchero
de madera y comenzaron a golpearme, no
sabía si era verdad lo que estaba viviendo, esto no podía serlo, que había
hecho yo para merecer esto, y porque Gaibriel no estaba aquí rescatándome y
quienes eran aquellos hombres hermosos, me dolía, ya no podía mas, ya no sentía
el cuerpo estaba demasiada lastimada, todo había sucedido tan rápido, nada en
esta situación tenia cordura.
La puerta pequeña de aquel lugar se abrió de par en par, dejando
ver a aquella persona que mi mente había
estado llamando tanto, ¡sí!, era Gaibriel eral él, por fin había venido por mí.
De pronto todo dio un giro impactante, esos hombres bellos se
transformaron en una especie de ave con alas negras, aun no sabía que eran…
¿ángeles?, ¡eso no existe!, y empezaron a pelear, todos ellos contra Gaibriel
que parecía indefenso ante esas aves o humanos, ¡Ah! que confusión.
Comenzaron a lanzar, ¿bolas?... bolas de fuego un fuego ardiente
al rojo vivo, persiguiéndolo solo a él, solo a Gaibriel, ¡esos hombres
querían hacerle daño!, esos Ángeles
malos querían lastimarlo y no podía permitirlo. De alguna forma logre desatarme
de donde estaba, logre bajar pero no sentía nada, y a la vez todo me dolía,
corrí con todas las fuerzas que me quedaban y me interpuse entre aquella bola
de fuego y Gaibriel… La cabeza me estallaba, sentía el cuerpo roto, ¡todo mal!,
ya no me sentía a mí misma, me dolía, me dolía mucho era insoportable, pero él
estaba bien, el tenía que estarlo.
Nunca lo había visto así, con la mirada enfurecida, la rabia había
subido por sus ojos y terminado en sus movimientos, fue tan rápido que no lo
creía, Gaibriel estaba ganando, aquellos Ángeles malos caían uno por uno y al
mismo tiempo caía yo, segundo a segundo, no quería dejarlo, lo amaba, estaba
segura no me importaba morir si era por él pero ahora ya no quería dejarlo
quería vivir por siempre con él, pero supongo que era ya demasiado tarde, el
reloj de arena se agotaba.
Todos esos bellos Ángeles con las alas negras terminaron caídos, y
Gaibriel se acerco a mí con la mirada más triste que haya visto en nadie nunca,
estaba sangrando y yo… yo sentía su dolor.
Gaibriel me tomo en sus brazos, me abrazo con tal fuerza que
sentía que no había más que él en el mundo y de pronto unas alas brotaron de su
espalda, pero no alas como las de los Ángeles caídos, estas eran aun más
grandes y blancas, completamente blancas, eran bellísimas, me abrazo aun más fuerte,
cubriéndome con sus cuerpo, resguardándome en sus alas, el susurraba: tranquila
mi alama, todo estará bien, por favor no tengas miedo, todo estará bien, te amo
y lo hare por siempre… te amo.
Y ahí entre sus brazos y el
escudo de sus alas yo sentía algo que no había sentido nunca, era un
sentimiento de extrema felicidad, me sentía completa, me sentía bien, amada y
sin ningún tipo de dolor, ya no tenía miedo, ahora solo sabía que él estaría
conmigo siempre, ahora me sentía una misma con él y con ese hermoso sentimiento me desvanecí.
Al despertar él estaba ahí, Gaibriel estaba a mi lado en la camilla
del hospital, estaba a un lado de mi y eso era lo único que importaba.
El me explico que aquellos
Ángeles negros eran los que se habían revelado en contra de Dios y que este los
había expulsado del cielo y que él
(Gaibriel), había ayudado a Dios para desterrarlos por eso esos Ángeles
malos querían venganza, tambien me explico que él era uno de los Ángeles de
Dios enviado aquí para cuidar a los humanos.
Me confesó que me amaba y que por eso se había quedado más tiempo
aquí en la tierra pero que tenía que volver, este no era su lugar.
A la mañana siguiente a mi lado solo había una carta que decía:
Mi alma
Perdóname por haberte dejado así pero no podía hacerlo viéndote de
frente.
Me duele tener que dejarte, te amo y lo sabes, nunca, realmente
nunca había tenido un sentimiento así, y ahora me duele tener que partir, te
has convertido en mi todo, eres mi alma completa porque te has quedado con
ella.
Me tengo que ir pero prometo que regresare y esta vez será para
quedarme contigo para siempre.
Te amo.
Gaibriel
Pasaron los años regrese a mi ciudad, solo esperaba que el regresara, lo había
prometido y le creía, lo esperaría aun si pasaran 1000 años.
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