En una selva muy lejana y contemplada por diversos
animales, se celebraba una fiesta. Había muchos animales de diversas partes del
lugar, incluyendo entre esos al rey de la selva, que era el león, él era
demasiado presumido e impertinente con su figura, tenía una simple aversión a
fomentar los malos tratos entre los otros animales. Mientras tanto, en la misma
fiesta, aparecieron el mono y la serpiente, que raramente se veían, pero
llegaron contentos a celebrar.
Cuando el león los vio, intento parecer alguien
claramente que llamará la atención asegurando el pase, a una estabilidad en el
reino animal. Se enjuago con las mejores aguas, y su pelaje se cubrió con un
dorado cobrizo que engalano la sala. De ahí, limó sus uñas para garantizar una
mejor caída cuando llegará cerca de ellos, y salió hacia donde estaban.
Justo al pasar por el lugar, hubo otros animales que
rondaban la fiesta, preparados con su mejor juicio también engalanaron la mayor
parte de la naturaleza. Pero el rey, se sintió demasiado egocéntrico y
humillado a no más poder, que se adentro en su momento de odio, y salió de su
principal habitación para poder presumir todos los detalles preciosos que
llamarían la atención, como siempre lo hacía.
Pero lo que no se preparó el león, era que una pequeña nube
se aproximaba a la fiesta, con su brisa y sus gotas que expandían y no
soportaba el calor, donde se manifestaba la selva.
El león salió, y caminó desde la salida de su habitación
hasta la parte más alta, para alzar su rugido feroz. Dentro de sí mismo, sentía
una confianza que solo él, podría hacerse notar, pero lo peor de todo, es que
no congeniaba con la más mínima idea de lo que sucedería a continuación.
Todos los animales, que estaban en la fiesta comenzaron a
reír, y demostraron una cierta comedia burlesca a lo que el león, obviamente no
estaba acostumbrado.
Caminó un poco más, y sus cabellos se alborotaron con el
viento, se esfumó el hermoso color dorado, y lo que llamaba la atención de
cualquier vista, se desvaneció en el aire. Sus pezuñas, se quebraron con el
rubor de esa nube, y la lluvia arruinó, lo que podría haber sido su entrado
triunfal.
Apenado, y sin nada que decir ante sus invitados, el león
partió, de la parte más alta a esconderse a lo más recóndito de su habitación.
Moraleja:No presumas algo que sabes que puede convertirse en un defecto.Debes de ser honesto contigo mismo, y desear para las otras gentes una simpleza más allá de los bienes materiales o los deseos de tu propio ser.
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