martes, 20 de noviembre de 2012

A-teo




Les voy a contar mi historia, mi preparatoria estaba en una ciudad  muy lejana, Xoxolliwood, era el nombre de la ciudad; la ciudad era pequeña, vieja con un rústico toque de antigüedad.
En la prepa había un chico llamado Teodoro; Teodoro era de estatura promedio, tez morena, delgado; en la cara, una cicatriz le rodeaba desde el mentón hasta la mejilla derecha, sus ojos eran tan cafés obscuros que desde lejos parecían negros,  le gustaba escuchar música todo el tiempo y era audaz para los problemas tanto matemáticos como químicos. Sus compañeros de clase lo estimaban por su simpática forma de tratar a los demás. Para mí Teodoro era un buen amigo, de vez en cuando hacíamos bromas pesadas a los maestros, como ponerle laxantes en polvo al café de la sala de maestros ó derramar alguna sustancia realmente asquerosa en el escritorio del aula. Si, Teodoro era muy bueno para inventar cada día más métodos para castrar a los profesores.
La vida en la prepa, salvo las asignaturas, era fácil. Todos los alumnos nos conocíamos. Entre nosotros, de vez en cuando existían problemas entre dos o tres estudiantes. Los maestros enseñaban bien e incluso varios de ellos eran muy cercanos nosotros (en el sentido de convivencia).
Había un maestro muy diferente a los demás, este maestro era el preferido de los estudiantes, sus clases eran legendarias, pues eran de todo, uno se divertía y aprendía muchísimo. El maestro Huerta, el maestro de biología, tenia como 53 años y siempre portaba un maletín, el contenido del maletín era simple: una Laptop, una botella de agua, cuadernos y libros. Pero había algo muy singular de él, siempre portaba con sí una caja de madera color rojo carmín y la caja tenía un candado, como si guardase un secreto dentro de ella.
-¿Qué tendrá Huerta en esa caja?- preguntaba Teodoro a Jessica, que estaba justo a su lado. –No tengo idea- respondía ella.
En las tardes nos reuníamos Teodoro, Alex, Rodrigo y yo en “la casa del fraccionamiento”; esta casa era una pequeña chocita que estaba abandonada desde quien sabe cuánto años pero nos la adueñamos así como sí nada, nadie nos reclamó, e incluso ya la habíamos amueblado un poco con solo un sofá, una televisión pequeña, sillones individuales, posters, una computadora y refri.
Normalmente bromeábamos entre nosotros, veíamos películas para adultos o ingeniábamos nuevas técnicas para molestar a vecinos y a compañeros de clase. Pero esa tarde Teodoro preguntó, -¿Qué tendrá Huerta en esa maldita caja?-, nosotros bromeábamos diciéndole,-Su primer condón- ó     -¡Una gran variedad  de insectos, entre ellos tu hermano!-, pero Teodoro en un todo más serio dijo –Ya enserio, ¿nadie le ha preguntado sobre eso?, es que por lo que sé todo el tiempo la tiene, cuando va al baño la tiene, que si se va a tomar un café la lleva, todo el tiempo esta esa caja con él-.   –Tú, José, una vez le preguntaste algo así ¿no?-, me preguntó Alex –sí, bueno no tanto así, pero algo parecido. Es que fui al escritorio porque tenía una duda de los procesos metabólicos de las plantas y solo le dije: Oye Huerta que tiene esta caja de especial, y  no inventen, me vio con cara de cosa rara y me respondió: ¡Toda mi vida!- cuando les dije eso, todos querían saber que tenía dentro de la maldita caja.
Hasta la fecha me arrepiento de haberles dicho eso, si tan sólo les hubiera dicho, que solo le dije que su caja estaba padre ó inventado otra cosa que no les llamase la atención.
Bueno cuando les dije eso comenzamos a planear la forma en la que descubriríamos el contenido de la caja. Decíamos desde lo más sencillo como: -Pues hay que preguntarle en sí que tiene esa caja-. Hasta extremos: -Hay, que ir a su casa y cuando esté dormido, tú Alex entras porque eres el más delgado y sigiloso de los cuatro, le quitas la caja y nos regresamos a la casa-. Acordamos que le preguntaríamos mañana por la mañana, y sí no nos decía lo comenzaríamos a investigar; desde su familia hasta la forma en la que llegó a Xoxolliwood. Sinceramente Teodoro me empezaba a asustar porque estaba muy obsesionado con saber que tenía Huerta en la caja.
Y así fue, la mañana a primera hora estábamos los cuatro esperándolo a que llegara al salón, cuando entró de repente lo rodeamos y directo al grano Rodrigo le dijo
-¿Huerta, adentro de la caja que tienes?
 Huerta volvió a responder, -Toda mi vida-,
-Si pero que es toda tu vida, ósea ¿qué objeto hay dentro?- dijo con un tono elevado Teodoro
-Que les importa siéntense voy a dar mi clase.
Los cuatro decepcionados regresamos a nuestros lugares. Volteé a ver a los demás con un gesto de ¡hoy en la tarde empezamos a investigar.
Comenzamos con el maestro Darwin, él era uno de los mejores amigos de Huerta, le preguntamos que si no sabía que tenía Huerta en su caja pero la respuesta de Darwin era negativa. Creo que ese día les preguntamos cómo a 10 personas que creíamos que sabrían lo que Huerta guardaba en la caja, pero nadie tenía la menor idea. No tuvimos más remedio que comenzar con las investigaciones, jajaja parecíamos policías, casi casi hacíamos preguntas como: ¿Dónde fue la última vez que viste a Huerta? Ó ¿Desde cuando conoces a Huerta? Pero fue inútil, solo pudimos descubrir que  es soltero y no tiene hijos, no practica ningún deporte, le gustan bastante los búhos y llegó a Xoxolliwood hace 13 años.
 El 24 de diciembre del 2010 acordamos  los cuatro no estar con nuestras familias porque queríamos ir a casa de Huerta con la idea que él estaría con su familia y dejaría la caja dentro de ella. Pero nuestra idea fue nula, no festejó nada ni salió de su casa. Teodoro fue hasta su puerta, de Huerta, para darle su abrazo navideño, todos queríamos entrar en su casa. Así fue, Huerta nos agradeció bastante el haber ido a visitar y nos invitó a tomar una botella de vino. Su casa era de dos pisos, en las paredes tenía fotos de un joven y una muchacha, su sala era muy simple; una mesa de centro, un sillón como para 5 personas y otro de 3 y justo en el centro se encontraba esa caja, sentíamos como si nos estuviese observando, la caja, todo el tiempo, no le podíamos  apartar la vista.
Mientras tomamos la botella Rodrigo comenzó, -¿Y no va a salir con su familia? O por lo menos ¿salir a festejar con sus cuates?-, Huerta respondió con un rotundo  -¡No!-. Teodoro comenzó con preguntas y gestos cada vez más fuertes.
- Y ¿qué, Solo se la va a pasar usted solo con esta caja?, porque no vamos a un lugar o salimos. ¡Vamos profe, deje esta caja por solo un momento en su vida!
Huerta lo vio con un odio y un gesto de furia, sentía que en cualquier momento nos iba a gritar o nos correría –Jóvenes ya es tarde y sus familias los deben de extrañar, deberían irse ya- justamente Alex respondió –No se preocupe profe, avisamos que llegaríamos mañana-. No se en que momento, ni en que situación o porque no pude evitarlo, pero Teodoro agarro la caja y le dijo a Huerta, -Ya estoy arto ¿Sabe cuánto tiempo llevo tratando de saber qué es lo que guarda aquí dentro?-. Dicho eso con todas tus fuerzas levanto la tapa de la caja, nadie jamás hubiera imagina el contenido de esa caja.
La caja por dentro tenía como protección un pañuelo con algodón y encima de ese pañuelo con algodón grueso, esta un frasco con un feto humano, nosotros nos asustamos tanto que incluso no nos dimos cuenta cuando Huerta nos sacó de su casa, solo recuerdo ver la cara de Teodoro y le hice un gesto de ¿Y ahora qué?, nos fuimos a la casa del fraccionamiento, mientras llegábamos hasta la casa nos decíamos unos a otros, ¿Qué onda con eso, porqué lo tiene?, ¿desde cuando lo tendrá?, ¿quién se lo dio?
Al llegar a la casa Alex prendió la tele, Rodrigo y yo en el sillón comentando de lo que estarían haciendo nuestras familias en ese mismo momento, pero Teodoro me tenía al pendiente, estaba en la computadora buscando en internet “Biólogo Fernando Huerta Cabrera”, los demás ya no queríamos saber nada al respecto, Teodoro de un golpe salió disparado y salió corriendo de la casa como si hubiera descubierto algo, nadie lo detuvo porque estábamos tan cansados de averiguar o descubrir cosas sobre el maestro.
Al día siguiente fui a mi casa, desayuné me disculpe con mis papas y salí en busca de Rodrigo, al llegar a su casa estaba Rodrigo y Alex en el patio trasero de Rodrigo jugando futbol.
-¿Alguien sabe algo de Teodoro?- pregunté, -No, nada- me respondieron los dos casi al mismo tiempo.
 -Mmm, debe de estar en su casa dormido, de seguro que se fue a llorar el maricón jajajaja- les dije en gesto de burla y ambos asistieron riéndose. Cuando estábamos a punto de ir hacia la casa de Teodoro, la mamá de Rodrigo nos detuvo. Ella tenía la cara pálida y los ojos llorosos.
-Hijo, niños, tengo que decirles algo, por favor vengan- la seguimos hasta el comedor.
-Me llamó la mamá de Rodrigo hace como 20 minutos, su amigo lo encontraron muerto en la carretera, al parecer fue arrollado por un camión como a las 2 de la mañana-. Nosotros no lo creímos, Alex le dijo a Rodrigo –Rodri, dile a tu mamá que no nos diga jaladas, eso no, no, no puede ser cierto.- pero la mamá respondió,-perdón pero yo tampoco lo creo, será mejor que vallan a ver a la madre de Teodoro.-
y así fue, llegamos y su mamá solo nos dijo que su hijo era único lo amaba sobre todas las cosas, nos dio las gracias por ser sus amigos y nos cerró la puerta en la cara.
Al regresar de vacaciones en el salón había un silencio rotundo, todo el mundo decía Teodoro era quien comenzaba el día, nos hacia reír y es difícil olvidar a un wey como él.
El maestro Huerta renunció a la escuela, yo todo el tiempo pensaba en que él, Huerta fue quien atropelló a Teodoro.


Después de la escuela fui directo a la casa del maestro, me abrió la puerta de inmediato y me invitó a pasar.
-En verdad siento mucho la pérdida de Teodoro, pero José no sé a que vienes.
-¿Qué madres pasó?- le dije muy enojado
-En realidad no mucho. Veras, después que se fueron, Teodoro regresó a mi casa como a la 1. Estaba muy agitado, me pidió una disculpa por su actitud durante los meses anteriores.-
-¡Sin tantos rodeos quiero saber porque vino y que le dijo, ¡hable rápido por favor!, ¿que no ve que por dentro me estoy muriendo y tengo tanta ira y tristeza?.-
-Bueno, después de disculparse me dijo :Sé lo de su esposa y lo siento, pero ¿El feto, tiene algo que ver?. Cuando me dijo eso, me pregunté cómo fue que se enteró de ello, pero no le quise preguntar.
-Aja- asistí
- Mira José, yo estuve enamorado por mucho tiempo de mi hermosa esposa, nos conocimos en la universidad y nos casamos 2 años después de acabar la carrera, ella era apasionada de las selvas y tundras. Un 16 de marzo del 97 ella tenía que ir a Perú por un trabajo especial que le encargaron. Yo no quería que se fuera, por eran 6 meses si ella, pero no tenía de otra. Ese mismo día en el aeropuerto me dio la caja y me dijo que no la abriera hasta que estuviera en un lugar seguro, me besó y me juró que regresaría antes de lo que pensaba.
Yo estaba cada vez más atento a sus palabras.
-Cuando llegué a mi casa inmediatamente abrí la caja y estaba el frasco junto una nota, te voy a ser sincero al igual que tú yo también hice la misma expresión que ustedes, bueno cuando vi el feto, más bien a mi hijo, no lo pude creer. La carta decía que mi esposa me amaba, más sin embargo estaba embarazada, pero su sistema reproductor no tiene la capacidad de desarrollar un bebé en el vientre, tuvo que abortar, la carta explicaba que la perdonara mucho, pero si ese bebé seguía creciendo podía matarla, José yo esta caja es el recuerdo más tangible que tengo de mi esposa.
-¿Lo abandonó profe?- le dije con un tono más tranquilo y comprensible.
-No- derramó una lágrima. –Al día siguiente llamé a la estación biológica de Perú para preguntar sobre mi esposa, ellos se disculparon, pero el avión en el que iba se estrelló por Colombia, dicen que solo encontraron la mitad de los cadáveres, mi esposa estaba entre ellos.
-¿Qué hizo Teodoro cuando escuchó eso?-
-Solo se disculpó por meterse en mi vida, que lamentaba bastante la acción que tomó a la hora de tomar mi caja. Salió y lo quise detener, pero no soy tan joven para alcanzarlo y solo lo dejé ir. A las 9 de la mañana ya me habían dicho que lo arrolló un autobús en la carretera.
-Muchas gracias eso era todo lo que quería escuchar, que tenga buena tarde.-
-¡Espera!, solo un momento,  renuncié porque no aguantaba la idea de sentirme culpable por la muerte de Teodoro.
Solo le di una sonrisa sin despegar mis labios.
Inmediatamente después me fui directo a la casa del fraccionamiento a llorar, me arrepentí de haber buscado el contenido de la caja, era un horrible sentimiento de culpa. Para la maldita vida que aun me esperaba, mi maestro Huerta, el preferido de la escuela se ahorcó el día que fui.
Ahora el problema era que perdí a uno de mis mejores amigos y al mejor maestro de la escuela.  En la escena del suicidio estaba una carta para mí
-“Querido José, no terminé de contarte toda la historia, la razón por la que siempre llevaba mi caja era porque ese frasco, mi hijo, representaba una promesa de amor, solo pensaba que algún día regresaría mi esposa, pero no es así. Yo estoy muerto desde hace 33 años, ya no le encuentro sentido a la vida, y es por eso que te digo gracias, gracias por hacerme entender que solo conservo un recuerdo, no un hijo. Esfuérzate para lograr lo que quieres  cuídate”.
 Tal vez nunca entienda su mensaje, pero algo es claro, esa una persona que sabia amar.
Soy José y esta fue mi historia.

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