sábado, 24 de noviembre de 2012

La princesa Haru.


Había una vez, en los lejanos pueblos de Corea, una princesa llamada Haru, esta vivía en el palacio más llamativo, junto con el rey Won, no tenía madre ya que desde muy pequeña había muerto por una extraña enfermedad. Aún así la princesa creció con ayuda de sus nanas.  Desde muy pequeña fue acompañada de Wendal, de su misma edad, de pequeños eran grandes amigos, casi hermanos, y de jóvenes Wendal era su guardia personal, siempre la acompañaba en todos lados y nunca la dejaba por si algo llegaba a suceder.
 Era la persona más hermosa de todo Corea, por dentro y por fuera, por tal motivo todos la querían. Las mujeres la admiraban, algunas la envidiaban, y los hombres siempre la trataban con gran respeto y admiración. ¿Quién querría dañar a tal ser humano?
En su cumpleaños número 18 el rey decidió organizar una gran celebración.
-          Llamad a los ayudantes, y ordenarles elaborar un gran banquete para la próxima semana, el próximo viernes.
-          El próximo vieeerneeess… - Respondieron los  ayudantes.
-          Ordenarles invitar a los más grandes Reyes, de China, Japón y Taiwan. Así como a los nobles, príncipes y princesas, quiero que esta fiesta sea la mejor de todo Corea. Tal vez en este día mi hija logré conseguir al mejor pretendiente para ella.

La princesa Haru, al igual que su padre, se encontraba emocionadísima de que tendría una fiesta. Mientras caminaba con Wendal  el jardín del palacio platicaban felizmente como siempre.
-          Oye Wendal! ¿Qué me regalarás en mi cumpleaños número dieciocho? – Preguntó Haru.
-           No te diré, es una sorpresa.. Ya sabes, y las sorpresas no se dicen. – Respondió Wendal.
-          Mmm.. Ya veo – comenzó a reírse.
Mientras reía, Wendal se emocionaba de felicidad, porque con solo escuchar su voz, ver sus ojos y más aún oírla reír, para él era como estar en el cielo.
Llegó el día que todos en Corea esperaban..
-          La olla se va a quemar!! – Decía la cocinera
-          (TRAASH!) Los platos! – Gritaba un mesero
-          La decoración debe ser la mejor.. Por favor mueve eso del otro lado – Le decía el decorador a un ayudante.
Todos estaban atareados en el palacio, pero iba a ser una gran celebración y más porque era para la persona que todos en el lugar querían, la princesa.
La princesa se encontraba en su habitación con varias doncellas ayudándola arreglarse.
-          Esta bonito este hanbok, color lila, me encanta! Me encanta! – decía la princesa.
-          Se ve usted muy hermosa – Le argumentaban.
Llegó la hora de empezar la gran celebración, todos estaban ya en el salón principal esperando la bajada de la princesa.
-          Hora de bajar Haru – Le dijo una nana a la princesa.
-          Si ya voy, adelántense ustedes, en unos momentos bajo. – Respondió la princesa.
Mirándose en el espejo de su cuarto y  reflexionando acerca de los comentarios de sus nanas, se sonrió a si misma. Le habían dicho que era igualita a su madre, ojos negros grandes y rasgados, labios color carmesí, piel blanca, y cabello lacio y negro. De repente mientras pensaba una mano apareció de la nada y se reflejó en su espejo, la desmayo y se la llevó.
Todos estaban esperando a la princesa, hasta que el rey mandó a las nanas por ella. Las nanas subieron a su cuarto y no la encontraron, asustadas le avisaron a los ayudantes para que la buscaran por todo el palacio y no hubo ninguna pista de ella.
Por último le avisaron al rey y este a Wendal, revisaron perfectamente el cuarto y encontraron las huellas de unas de zapatos, y un cabello.
El rey mandó a analizar el cabello con el sabio del pueblo. El sabio tomó el cabello y se puso a meditar, de pronto mientras meditaba se empezaron a mover las cortinas del cuarto en el que se encontraban y POOM! El sabio pronunció un nombre – Wan. - El rey se quedó paralizado ya que era su hermano gemelo que ya hacía tiempo que no lo veía
Se marchó corriendo al palacio y desesperado, llegando mando a llamar a Wendal, pero Wendal ya se había ido en busca de Haru, sabía en donde se encontraba porque siguió al rey en el camino con el sabio.
Wendal se diriguió a la montaña más alta de Corea, donde supuestamente el hermano malvado del rey se encontraba, había un palacio pequeño y viejo. En aquella montaña se encontraban demasiados peligros, el frío tremendo, las bestias salvajes que había que desafiar y las trampas mortales. Wendal no temía ya que por su amor secreto el haría lo que fuera para poder estar nuevamente con ella.
Subió la montaña y no se veía peligrosa a la vista de él, pero poco a poco mientras iba subiendo, todo se empezó a oscurecer y sintió algo detrás de él. Volteó la cabeza y se encontró con un animal enorme, nunca lo había visto. El animal lo atacó y él se defendió, aquel animal nunca se hubiera imaginado que la razón por la que el rey había puesto a Wendal de guardia personal de su hija era porque que era el mejor en las artes marciales.
De desató una gran pelea, y por fin Wendal con una gran patada noqueó al animal. Siguió su camino y entre la inmensa oscuridad, y se tropezó en gran agujero.. Era inmenso como el tamaño de 3 pisos de un edificio real. ¿Cómo podría Wendal salir de ahí? Sencillo, con su gran técnica de artes marciales se impulsó de un lado a otro, en entre cada salto que daba con ese mismo se impulsaba para el nuevo salto. Logró salir y siguió su gran camino en busca de la princesa.
Casi se acercaba a la cima de la montaña en donde se encontraba el palacio del hermano del rey, y el horrible frio se desató. Pero a él no le importó, siguió y siguió, el amor a la bella doncella lo impulsaba a seguir adelante. El frio no existía, solo era su cuerpo y mente la que lo creaba, pero si controlaba a la mente y el cuerpo, el frio se iba.
Llegó al palacio y en la entrada se encontraban ninjas, más o menos una tropa de 200 ninjas. Wendal se preparó para combatir, puso la guardia y comenzó su gran pelea.
Patadas y patadas, el solo se concentraba en obtener a la bella dama. 10 minutos después de su llegada, Wendal ya había acabado con toda la tropa de ninjas.. No era cosa de sorprenderse ya que él era el más poderoso en las artes marciales.
Se dirigió a la entrada del palacio y vio al tío de la princesa..
-          ¿Por qué la quieres a ella? – Preguntó Wendal
-          Un plan sencillo, no tan difícil como yo pensaba.. Es fácil, la princesa es la joya de la familia real, es como el corazón de mi hermano, ¿Qué pasaría si a un ser humano le quitan el corazón? – Respondió Wan.
-          Muere?.. No!! Nunca pasará eso! – Gritó con desesperación el caballero.
-          Sin un rey al mando, el siguiente soy yo.. Toda Corea sería mía.. Bonito no crees? –
-          Acaso estás loco? Yo haré todo lo posible por detenerte! – Dijo Wendal
Entonces comenzó una gran pelea entre los dos.. Wan ocupaba magia antigua y Wendal solo sus instintos marciales.
Wan lanzó un hechizo al caballero, pero este lo esquivó, las patadas comenzaron a surgir.. Una en la cabeza y el malo calló al piso.
Wendal siguió su búsqueda hacia la princesa y la encontró en una cuarto, como si estuviera dormida, no respiraba.. El hombre soltó un grito y la abrasó, entre sus brazos la mantuvo un buen rato y le confesó todo lo que sentía por ella.. Que lo que le iba a dar en su cumpleaños era la revelación de todos sus sentimientos y una propuesta de matrimonio. Una lágrima callo de la princesa, pero sin darse cuenta de esto el príncipe la besó y la princesa abrió los ojos.
Se quedaron viendo uno al otro fijamente, mirada de amor entre los dos.. El caballero le repitió
-          ¿Quieres casarte conmigo? –
Regresaron al palacio real y todos estuvieron felices, se celebró una gran boda en el palacio y una gran felicidad reinó Corea.

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